Desde los primeros días que siguen a la reconstrucción primaria del labio y del paladar fisurado, se observa un desplazamiento del maxilar superior consistente en colapso de los fragmentos óseos en sentido transversal y retroposición de los mismos en sentido ántero-posterior. Estas alteraciones morfológicas óseas que comienzan en el postoperatorio inmediato no se detienen, sino que van evolucionando a lo largo de todo el crecimiento. En consecuencia, la endognatia se agrava.
Imagen clínica de grave endognatia del maxilar superior.
La única arma terapéutica de que disponemos para evitar estas deformidades es la aparatología ortodoncica-ortopédica.
Hay que distinguir entre ortopedia (movimiento de los maxilares) y ortodoncia (movimiento de los dientes).
La finalidad del tratamiento ortopédico es la regularización de la arcada maxilar, colocando los fragmentos óseos en que se halla dividido el maxilar superior en posición normal respecto a las bases óseas craneales y respecto al maxilar inferior. Esta regularización se realiza mediante placas removibles ó fijas a las que se incorporan tornillos de expansión. Estas placas adaptadas al maxilar superior, son las que van modelando el hueso y estimulando su crecimiento.
La ortopedia maxilar según el momento en que se realice la dividimos en: preoperatoria (comienza antes ó después del cierre de la fisura labial) y postoperatoria (comienza después del cierre del paladar óseo).
Ortopedia maxilar preoperatoria
Operando las formas completas de fisura palatina en 2 tiempos han disminuido de tal forma los colapsos yatrogénicos del maxilar que podemos afirmar que en la actualidad casi no precisamos de ortopedia prequirúrgica. En la mayor parte de los casos, la ortopedia la iniciamos después de la uranorrafia ó sea a partir de los 4 años de edad, momento en que la dentición temporal permite la fijación de la aparatología de expansión.
Ortopedia maxilar postoperatoria
La regularización de la arcada maxilar con ortopedia secundaria o postoperatoria, en general, se consigue en el plazo de 1 año. A partir de aquí, mediante placas de contención, nuevas fases de expansión y fases de descanso (en los momentos de cambio de dentición), iremos controlando el desarrollo del maxilar hasta el final del crecimiento.
Lo que sí es fundamental, es que alrededor de los 7 años, cuando aparecen los incisivos permanentes, logremos que los superiores se sitúen, en el momento de la oclusión dentaria, por delante de los inferiores, evitando la articulación cruzada (incisivos superiores por detrás de los inferiores) que daría lugar a la aparición de una pseudoprogenie.
Una vez regularizada la arcada maxilar, iremos controlando la erupción del canino en la zona de fisura, mediante estudio RX (ortopantomografía) anual.
Si se operó el paladar en dos tiempos y se realizó la gingivoperiostioplastia secundaria, en un alto porcentaje de casos el canino podrá erupcionar sin necesidad de injerto óseo.
En los casos en que no se haya formado suficiente hueso en la zona gingivoalveolar que permita erupcionar el canino o bien que el ortodoncista precise más hueso para movilizar dientes, estará incluida la osteoplastia secundaria, que consiste en rellenar con autoinjerto (generalmente con hueso esponjoso de la cresta ilíaca) el defecto óseo a nivel de la arcada alveolar superior.
Osteoplastia secundaria del defecto alveolar.
Defecto óseo preosteoplastia
Aspecto postosteoplastia
Canino erupcionado gracias y a través del injerto óseo
La edad ideal para la osteoplastia secundaria es entre los 8 y 11 años.